A mediados de los años 90, un nuevo actor entra en la batalla por la supremacía por la corona de las videoconsolas. Y, curiosamente, en contra de lo que muchos pensaban, llegaría para quedarse. Comienza la guerra de Sony vs Nintendo.
La guerra de Sony vs Nintendo
Mientras Sega se desangraba con más y más periféricos para su Megadrive, como el Mega CD o el Sega 32X, que añadían capacidad de almacenamiento en CD a la consola, pero ninguno terminaba de triunfar, Sony decidió entrar de lleno en el mundo del videojuego con su primera videoconsola comercial que usaba el CD como único soporte para juegos, la Play Station o PSX.
Mientras tanto, y pese a poder haber dado el salto al CD con Súper Nintendo a través de un periférico, la compañía nipona se arriesgó (o no, según se mire), y volvió a apostar por el cartucho con su Nintendo 64.
Así pues, esta quinta generación de videoconsolas vio cómo Sony, para quien había trabajado ya Nintendo en la fabricación de la unidad de CD, se tiró a la piscina y, pese a ser conscientes de que piratear un disco era más fácil que un cartucho, decidió ponerse manos a la obra con su Play Station y dar guerra a las veteranas Sony y Nintendo.
Sega en la palestra
Por su lado, Sega seguía probando suerte, y lanzaba también la Sega Saturn, enteramente con el CD como unidad de almacenamiento, y, una vez más, sin el éxito esperado.
Así que observamos un mercado sobresaturado, con periféricos a manta para Megadrive, la Sega Saturn danzando, la Nintendo 64 apostando por el cartucho cuando todos se enfocaban a los discos, y, en definitiva, un río revuelto…
Y, como se suele decir, en río revuelto, ganancia de pescadores… Y dicha ganancia fue a manos de Sony que, por medio de un excelente catálogo para adultos, con todo tipo de géneros, y fortaleciendo los RPG y juegos de lucha y acción, se llevó el gato al agua con un coste de producción de sus equipos menos elevado que sus competidores.
Mientras, la calidad de Nintendo 64, con grandes juegos, no terminó de cuajar, pese a su Súper Mario 64, considerado por muchos como el mejor videojuego de la historia. Por su parte, Sega caía en desgracia, aunque su descenso definitivo a los infiernos de la videoconsola, aún estaba por llegar, pero eso, será otra historia.